Me hace gracia como la gente puede cambiar tanto. Desde bien pequeños hacemos amigos en cualquier parte ya sea en un parque o especialmente en el colegio. Hacemos amigos con facilidad pero, ¿conservas alguno de ellos? no es que sea culpa tuya o del otro, pero al creer es cierto que cada uno se va por su propio camino.
Con cinco o seis años todos somos amigos de todos, cuando tenemos ya los trece o catorce alguno empieza a caerte mal, ya sea porqué se ha convertido en un verdadero arrogante y chulo de la adolescencia o porqué su palabra favorita es falsedad. Ahora con dieciocho o diecinueve años prácticamente no sabes nada de ellos.
Lo bueno es que no todos cambian tanto y lo mejor aún es que algunos nada. Siguen siendo unos de tus mejores amigos en el mundo, cuentas con ellos y ellos cuentan contigo para todo.
En mi caso, puedo decir con certeza y confianza que ella sigue siendo aquella niña a la que conocí cuando tan solo teníamos cinco años. Hemos pasado muchos momentos buenos como también malos, hemos reído y llorado, dormido una en casa de la otra, hemos comido palomitas viendo películas hasta no poder más y compartido secretos que nadie sabe, es prácticamente una hermana para mi. Me alegra el hecho de haberme cruzado con ella y saber que sigue aquí, estoy orgullosa por ello.
Hacía tiempo que no estábamos solas y hablando de nuestras cosas, pero ayer decidimos dar una vuelta. Hace nada que tiene el permiso de conducir y fuimos a dar un paseo en su coche. Me dí cuenta de que ha llovido mucho desde que nos conocimos, hemos crecido muy deprisa y lo que me alegra es que lo hemos hecho juntas.