Tan solo esa vez, era única y sobre todo la más importante, especialmente para mí. Sentía como recorría entre mi cuerpo esa satisfacción, una sensación de estar viviendo ese fantástico momento, el placer de sentirlo tan cerca me hacia estremecerme a cada instante. A cada segundo notaba como la yema de sus dedos rozaba muy lentamente mi piel y me dibujaba pequeñas lineas por debajo de mi ombligo haciéndome notar unos escalofríos y poniéndome todo el bello de punta. Pero todo lo estaba estropeando, y el calor, ese maldito calor que hace que caigan mil gotas de sudor y necesites mojarte la cara con refrescante agua del grifo del cuarto de baño, dejar que caiga sobre los labios, pasando por el cuello y que termine bajando por en medio del escote transformando toda esa piel caliente y sudada, en frescor por el agua helada, dando la sensación de que pronto saldrá humo. Los mosquitos, también incordiando, como no. Pues bien, nunca había visto unos semejantes como estos, tan pesados y con tantas ganas de risa durante horas, incluso los ronquidos de mi querido acompañante molestaban mucho menos que ellos, claro está que cuando creen que ya han dado la paliza demasiado son ellos los que quieren dormir y en ese instante soy yo la que no puede ya ni cerrar los ojos. Derretirme, eso es lo que pronto me pasará por culpa de ese maldito calor del que hablaba antes, es cierto que estamos juntos en esa misma pequeña cama en la que nos acostamos esa única noche, pero él está muchísimo más sudado que yo. No creo que una primera noche como la que he vivido con el acompañante especial, sea a la que se refieren en los cuentos de hadas, a algo digamos lo así de "hermoso". Lo único bueno ha sido al despertar y encontrarme con su rostro delante de mi cara, por lo menos sin saberlo me ha sacado una sonrisa.
Y ahora digo yo...no sé si a sido una mala noche o un mal comienzo de día...
Me gusta la fotografía :)
ResponderEliminar